Crítica teatral: «Blancanieves», una infancia quebrantada

El estreno de Blancanieves, de Karen Bauer, como parte de la XX Muestra Nacional de Dramaturgia, generó gran impacto entre las y los espectadoras(s) limarinos(as) de diferentes grupos etarios que asistieron al TMO, quienes experimentaron variadas sensaciones y lecturas a partir de la puesta en escena bajo la provocadora dirección de Javier Casanga.

El epíteto provocador hace sentido si nos remontamos al objetivo desde la génesis de la Muestra Nacional de Dramaturgia. Entonces, evidenciamos que la diversidad de públicos que asistieron al estreno es una clara respuesta de la ciudadanía ante la convocatoria de una obra seleccionada por un jurado que lleva como título el nombre de un clásico cuento infantil. Este hecho explica la concurrencia de un masivo auditorio familiar con reacciones físicas evidenciadas en el ambiente: una madre cubriendo los ojos y oídos a su hijo, un asistente abandonando raudamente la sala u otro tocándose la cabeza confundido porque no pudo seguir la continuidad de la obra.

El montaje reconstruye un ambiente desolado donde solo se utiliza como recursos escenográficos un juego de luces con diversos matices que hiperbolizan los momentos álgidos y de tensión, acompañados de una música instrumental tal como una pequeña sinfonía en la que predominan los instrumentos de cuerda. El tempo dramático deambula entre diferentes niveles de la partitura.

El elenco está conformado por Germán Retamal, Ximena Rivas y Eugenio Morales, quienes con una estética prolija de vestuario, dan vida a Blancanieves, distante del arquetipo cultural del cuento de hadas. Un personaje desterritorializado no solo desde el espacio físico, sino también desde una identidad que no encuentra un lugar en ese universo ficticio.

Cabe preguntarnos como espectadores: ¿acaso la sociedad actual entrega diversos espacios para que fluya libremente la búsqueda de la identidad? Volvemos al eterno retorno del cuestionamiento del héroe clásico. ¿Quién soy? ¿Quiénes somos? El montaje nos desafía a otras preguntas: ¿quiénes son aquellos infantes que deambulan por las calles? Respondemos que son seres sin nombre, transformados en cifras o estadísticas para políticas públicas que ponen de manifiesto la incapacidad de los adultos y el Estado, de proteger a la primera infancia. Para quienes habitan el territorio nacional, es imposible no pensar en la emblemática Institución SENAME.

En una primera aproximación, Blancanieves provoca conmoción, porque es un ser vulnerado, por sus propios cuidadores, esa negligencia es el inicio para que todo aquel que se vincule con su persona, la doblegue, la humille y la utilice para fines perversos.

El espejo como objeto icónico del clásico cuento no requiere mostrarse como tal; es un antagonista que delata la abyección de la humanidad, enunciación de Blancanieves: “el espejo me delató”. El espejo delata el absurdo de la existencia ante la devastación. Pero ¡Cuidado! con estar pensando que no hay salida, porque ante el panorama más adverso, la humanidad siempre tiene la ilusoria esperanza que podrá revertir el destino trágico y aunque éste se convierta en inexorable y no pueda escapar. Entonces, recurrirá a la imaginación y construirá un mundo feliz como mecanismo de defensa.

La obra nos plantea que cuando una puerta se cierra para siempre, es imposible que los personajes vivan felices para siempre.

por Shí Kaling

*Esta crítica teatral fue escrita en el marco de la realización del tercer ciclo de la Escuela de Espectadores del Teatro Municipal de Ovalle, instancia formativa que permite a sus públicos ampliar la lectura, comprensión y valoración de las creaciones artísticas, fomentar el diálogo entre el público y los creadores, alentar el desarrollo de un pensamiento crítico frente a los trabajos escénicos y formar públicos para las artes de manera independiente. Para más información, visita www.tmo.cl.

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